lunes, 31 de enero de 2011

Cuando me hablan del destino cambio de conversación.

Si hay que mantener la distancia de seguridad,
todo debe girar alrededor de pactos, touché.

Supongo que, como en su día dijo Gracián,
"Lo bueno, si breve, dos veces bueno".

sábado, 29 de enero de 2011

Entropía.

Curar un mate es nacer dentro de tu vida, un renacimiento (¿y dónde está Michelangelo?, ¿y Brunelleschi?, ¿y Rafael?, ¿y Leonardo?, ¿y Tiziano? ¿y, y, y, y, y, y, y...?), ¿una doble personalidad? Algo así, pero no.

Cebar un mate es ver crecer a esa personita que nació cuando lo curaste, formarla y moldearla como quieras, hasta creerte dios.

Es la única forma de salvarse de todo. Del sol, del mundo, del frío, de la ventana de tu habitación que te muestra los edificios de todos los días, de las ventanas de todos los días, con los jerséis, pantalones, gallumbos y bragas de todos los días, la gente es patética, no se intimida por nada, lo expone todo, y a rodar.

Hoy no estoy de humor, estoy escuchando los gritos de los vecinos de abajo, de los críos de tres y cinco años, oigo cómo gritan, cómo sus padres gritan, cómo llora uno, cómo se ríe el otro porque llora ese uno, cómo le pega y lloran los dos. Yo me río. Me río, pero no estoy de humor. Cuando me los encuentro en el portal o en el ascensor me entran ganas de abrazarlos. Los odio, pero son tan inocentes, tan ignorantes, tan curar un mate. Pero les sonrío y les digo, "Hola", o les acaricio el pelo y ellos me miran preguntándose por qué tanto afecto sin saber que me sé sus vidas, y los padres me miran y sonríen con un agradecimiento ciego que me hace sentir mal, pensando, "qué graciosa, le gustan los niños", o "menos mal que ella nos sonríe, aunque sea la única en este edificio, aunque seamos chinos."

Es duro ver que el mundo se expande. Que algunas personas no saben qué es la vida, pobres personas, se creen que son felices y no lo son. Se creen que son felices, lo creen, ven libertad y un día soleado y se creen felices, y qué pena, no saben que la felicidad es otra cosa, no saben que la felicidad es ver a gente llorar de alegría y sentir que eres uno de los culpables de ello, no saben que la felicidad es no tener nada y poder besar y poder abrazar y poder malvivir aunque sea en la selva tropical, aunque sea compartiendo una hogaza de pan entre un millón de personas, pero entregándola en mano, unos a otros entregándolas en mano y viendo el agradecimiento de cada uno por haber dado ese trozo de hogaza que has rechazado para ti. La felicidad es poder conocer y comprender a cada ser humano de esta tierra y saber que todas las personas son buenas por naturaleza, es entregar tu vida a no ser tú y ser otros.

Me estoy yendo de madre, pero es que hoy no estoy de humor. Los pequeños chinos ahora juegan en voz alta y gritan: "Te he matado", "No, no, mentira", "Mira cómo vuelaaaaaaaaa", todo esto en castellano, los padres, pobres padres que no tienen  ni idea, se lamentarán, pero esas son las consecuencias de llevarlos a un colegio en España, que ya no saben los pobres niños por dónde tirar.

Mi mate se cura despacito, mañana tendré que volver a cambiarle el agua y la hierba, y dentro de tres días podré cebar uno, formarme mi personita y volar, volar, volar.

viernes, 28 de enero de 2011

Todo son ciclos.

El día de hoy sí es un día. Un día en paro, un día de parque de atracciones, y sol, aunque helado.

Todo son ciclos, ahora iré a beberme la cerveza que no beberé,
a ver a gente que extraño y que no he visto en tiempo.
La última vez que los vi también fue con esa cerveza que no me tomé,
porque no quise. Porque está amarga y huele mal. Y está amarga.
Y yo no quiero nada amargo en mi vida.

Tengo ganas de pintarme los ojos y los labios, de reírme hasta llorar,
de escuchar una buena música que es según el momento,
alegría, jazz
nostalgia, blues,
utopías, Páez, Gardel
disfrutar sin más, Beatles
amor... amor Sabina o yo qué sé.
Para el amor un buen poema:

"Poeta, sin pretensiones
y con una edad cualquiera,
pero joven,
ya con pocas ilusiones
(pues teme que cuanto espera
se lo roben),
quisiera volverte a ver,
pasar contigo unos días
y sus noches,
empezarte a conocer,
otra vez sin cacerías
ni reproches."

(LGM, Anuncios por palabras)

Pero en todo caso, escuchar música y leer,
leer, quiero leer Rayuela, porque ha ocurrido algo que hace que quiera
leer Rayuela. Pero no puedo, porque no puedo leer
Rayuela.

Yo quiero raptar a Cortázar del cielo de los cronopios y preguntarle muchas cosas.
La vida en París,
la vida con Oliveira,
la vida con la Maga,
la vida con Ossip,
la vida con Babs,
la vida con...

la vida.

miércoles, 26 de enero de 2011

Sólo hay un camino.

A fin de cuentas, sólo hay un camino.

El año que viene no habrá Madrid, ni café Gijón.
No habrá Salamanca, porque no puedo.
Y no habrá Granada, ni ir al despacho de García Montero a que me firme su libro,
ni desear desesperadamente que sea mi profesor,
ni poder preguntarle qué es ser un poeta.

El año que viene quizás me encuentre con la Barcelona de Javier Miranda,
o la Barcelona de Paul-André Lepprince, mejor, porque si está él, mejor.
O los dos. Porque estaban los dos juntos cuando los encontré.
Yo quiero ver a Lepprince si voy a Barcelona.

Aunque no quisiera aceptarlo, yo quería ir a Granada para encontrarme con Montero y con los demás poetas de la experiencia.
Para poder hablar de tú a tú con alguno de ellos, pero en realidad sabía que no iba a poder ser.
No lo sé, lo sabía.

Pero sí que veía Madrid, y las calles de Madrid, y las gentes de Madrid, y tal vez a Sabina.
O tal vez a esos poetas tan maravillosos que se reúnen en el café Gijón desde la Guerra Civil,
y pensando muchas veces cómo me iba a plantar en el café con una camiseta de los Beatles, qué cara pondría la gente, yo pensando muchas cosas.

Y a Madrid iré, con una camiseta de los Beatles iré y entraré en el café Gijón, intentaré reconocer los rostros que tantas veces he visto impresos. Pero no iré para quedarme. No iré para tomarme un té de jazmín todas las tardes o un café con leche. Me duele, porque el día que entre en el café, ellos estarán en el Retiro paseando o en sus casa porque hará frío, pero si hubiera estado meses y meses, quién no me habría asegurando que algún día no los vería, relucientes, recitando poemas que he leído y que seguiría desde la mesa de al lado con el libro entre las manos.
Es una lástima, Madrid. Madrid llora porque no es importante ahora, y está lejos de mí.

Pero Barcelona... Barcelona no me mira a los ojos. No sabe si darme la espalda o esconderme entre la mampostería del parque Güell. Y no estará Lepprince, porque murió asesinado, y no estará Miranda porque se fue con María Coral a las Américas.

Benditas Américas, no quiero pensarlas. Porque ningún lugar de España sería suficiente para mí.
No, yo no quiero Barcelona. No quiero Salamanca, ni Granada. Ni Madrid.
Yo quiero aires porteños. Yo quiero ir a mi paraíso.

Yo quiero llorar de felicidad en la Avenida 9 de Julio.

martes, 25 de enero de 2011

Ventanas.

El día de hoy no es un día, es un estado de ánimo.

Eduardo Galeano:
Ventana sobre la utopía
Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar.

Ventana sobre el error.
Ocurrió en el tiempo de las noches largas y los vientos de hielo: una mañana floreció el jazmín del Cabo, en el jardín de mi casa, y el aire frío se impregnó de su aroma, y ese día también floreció el ciruelo y despertaron las tortugas.
Fue un error, y duró poco. Pero gracias al error, el jazmín, el ciruelo y las tortugas pudieron creer que alguna vez se acabará el invierno.
Y yo también.

viernes, 21 de enero de 2011

Última semana de exámenes.

Hoy es raro. Hay algo en el día de hoy que no me encaja, una sensación subconsciente, qué sé yo.

Yo también quiero playa. También quiero playa pero no tengo UJI.

Tengo un escritorio abarrotado y mil cosas para distraerme que no me vienen bien.

Quiero playa o campo o ciudad o pueblo o Valencia o Alicante o Madrid o Barcelona o lo que sea.

Pero sin esta semana llena de noches sin dormir, qué saldrá en el examen y quebraderos de cabeza.